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91. Shaun of the Dead (Edgar Wright, 2004)

martes, enero 11, 2005


¿Eh? Ah, sí.

Supongo que mis críticas a menudo no hacen eco en la gente porque tiendo a quejarme de cosas etéreas, intangibles, más fáciles de reconocer que de explicar. Asuntos como el ritmo, el tono y la tesis para mí hacen o deshacen una obra artística o de entretenimiento, pero no son problemas evidentes, como lo sería un mal diálogo o una fotografía deficiente. Cuando criticaba seminarios, me desentendía de los detalles estéticos y metodológicos, y me iba directo al "qué-es-lo-que-esto-trata-de-decir", al centro y fundación que justifique la propia existencia de lo que tengo enfrente.

Esto es, su esencia.

Soy particularmente quisquilloso cuando se trata de continuaciones, recreaciones o traducciones de una obra ya establecida. Me interesa confirmar si, independientemente de sus cambios, se ha mantenido intacto justo lo que hizo al original tan especial en primer lugar. El videojuego Silent Hill 4, a pesar de sus divergencias estructurales y narrativas, al final sólo encontraba nuevas maneras de presentar el mismo concepto genial de toda la serie. La cinta Harry Potter and the Prisoner of Azkaban, aunque en teoría contiene todos los hechos de la novela, es un trompo inválido sin dirección y sin la menor idea de lo que hizo a Prisoner el mejor libro de la serie. En ambos casos, su factura puede dar una idea errónea, como que Silent Hill 4 es ("desgraciadmente") algo completamente nuevo y que Prisoner of Azkaban es ("afortunadamente") completamente fiel. En fin, seguro ya captan la idea.

Shaun of the Dead, como la cinta a la que tanto hace homenaje, Dawn of the Dead, en realidad no es acerca de zombies. De hecho, me gustaría separar a Dawn of the Dead del "género" de zombies, porque se trata de un género fundado en un malentendido, en una enajenación por el gore que no tiene nada que ver con la cinta de Romero. No, no me refiero a la crítica social sobre el consumismo que puede o no estar algo obsoleta hoy en día. Para mí, la maravilla de Dawn of the Dead reside en la interacción de sus personajes en un escenario de tensión y amenaza constantes. Los zombies están de más, y podrían ser fácilmente reemplazados por extraterrestres, vagabundos o un oso; cualquier invento salido del "Valle Extraño". Lo importante es poner un peligro inexplicable, incansable y aparentemente indestructible, y soltar dentro un puñado de personalidades distintas para ver cómo se desenvuelven en esta situación extrema.

El "giro" de Shaun of the Dead reside en la ingenuidad con la que maneja la perspectiva de sus protagonistas. En lugar de entrar en pánico y agarrarse corriendo hasta encontrar un lugar donde esconderse, el personaje titular utiliza esta crisis como una oportunidad para cambiar su patética vida. Arma todo un plan con el que de una sola estocada se puede deshacer de su padrastro, recuperar a la novia que lo acaba de dejar, salvar a su madre y hacer algo significativo con su existencia. Al principio, las cosas no le salen tan bien. Las relaciones con quienes lo acompañan se complican, y algunas de las escenas más brillantes son aquellas en las que se enfrascan en discusiones que sólo se llegan a romper porque los zombies se están empezando a meter por las ventanas. Tienen lugar momentos emotivos en los contextos menos oportunos, y se hacen confesiones reveladoras ante las cuáles no se tiene tiempo de reaccionar, so pena de que les mastiquen las piernas. Si los zombies de esta película pudieran sentir algo, sería indignación, por los extremos a los que a veces tienen que llegar para que finalmente se acuerden de ellos.

Al final, claro, matan a casi todo el elenco. Pero Shaun tiene una ventaja sobre la mayoría de los sobrevivientes de docenas de cintas similares, quienes antes de los créditos sólo pueden ofrecer una mirada muerta, posible indicador de que el hecho de que no se lo comieron los zombies no compensa que ahora cargan con un trauma incurable. Shaun crece. Cambia para bien, sacudiéndose la vida sin futuro que llevaba al aceptar sus responsabilidades, una vez que se le presenta la oportunidad. Es una esperanzadora fábula que nos dice que quizá lo único que necesitamos en nuestras vidas es una plaga de zombies para poder llegar a ser todo lo que realmente podemos ser.

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