93. Grave of the Fireflies (Isao Takahata, 1988)
Grave of the Fireflies es una de esas películas que toda persona debe ver al menos una vez en su vida. La mayoría, sin embargo, la verá una vez y probablemente querrá dejarlo así. Es una de las cintas más emocionalmente desgastantes al verla por primera vez; comenzar a verla una segunda vez, sabiendo todo lo que va a suceder con Seita y Setsuko, es demasiado. Demasiado. He derramado lágrimas por acaso una docena de películas, pero ésta es la única que me hace berrear incontrolablemente.
De hecho, me hace considerar el asunto de la responsabilidad social del cine. Digo, siempre he pensado que una película no tiene por qué ser nada más que arte y entretenimiento. Pero al terminar los créditos uno apaga la tele, y piensa que historias como ésta no es posible que sucedan. Pero inmediatmente después te llega el golpe: claro que suceden. Muy probablemente están sucediendo en este preciso momento.
La cinta trata sobre dos hermanitos japoneses que quedan huérfanos durante la Segunda Guerra Mundial. Es una película cruda, difícil, desgarradora... pero ya sé lo que se están imaginando. Nadie los viola, nadie los golpea, nadie los tortura o apresa. No, su historia es más real, y menos manipuladora que otras películas que tratan de capturar "los horrores de la guerra", como Schindler's List o Saving Private Ryan. Aparentemente Spielberg, al igual que Mel Gibson, no conoce otro dolor mas que el físico. El cuento de Grave of the Fireflies asemeja una daga que se va introduciendo lentamente en el pecho, y luego comienza a dar vueltas con igual lentitud, impasible y fría, hasta que te ha drenado por completo.
Ahora bien, no es un retrato sadista de princio a fin: existen breves momentos de felicidad, de inocencia pura, donde el amor de los dos hermanos es un rayo de luz que brilla entre tanta miseria. Y ése es quizá el mayor acierto de la cinta: no importa qué tan pequeño, inocente o dulce seas, la guerra te va a alcanzar. Los dos niños sufren las consecuencias de un odio que no tiene nada que ver con ellos. Carecen completamente de culpa, pero se trata de exactamente lo mismo que logró que Evil Dead fuera tan terrorífica en su momento: los personajes no hicieron nada para merecer tanto horror en sus vidas.
Setsuko, la niña de cuatro años, es posiblemente el personaje más real que haya visto en el cine, animado o no (obviamente, en su lenguaje original). Actúa con la misma ingenuidad, candor y curiosidad con la que lo haría una niña real de su edad. La película es impresionantemente honesta en todos sus detalles, quizá porque está basada en la historia real de un señor llamado Akiyuki Nosaka. No hay sentimentalismo ni patetismo en el recuento de su lucha por proveer para él y su hermana, en un mundo donde sólo se tenían el uno al otro.
Creo que es la película que más me ha dolido. De hecho, funciona como excelente medidor para ver cuánto lo ha desensibilizado a uno tanto gore y violencia. Si ver Grave of the Fireflies no te provoca nada, felicidades amigo: has perdido tu alma para siempre.