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78. Hable Con Ella (Pedro Almodóvar, 2002)

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Un hombre que ve una obra de teatro comienza a llorar inexplicablemente. Delante de él, una escena que se muestra inconclusa, como una nube gris, es parte de una pieza de teatro famosa que sirve de introducción a algo muchísimo más tétrico. Dos mujeres se baten a duelo de actuación. Una, muchísimo mayor, y con los cabellos hirsutos, hace una mímica espectacular, única; la otra, al fondo, imita a un ritmo más lento, entrecortado, como si quisiera ser un reflejo; enmedio de las dos, de traje negro, desesperado, un tipo les va quitando unas sillas para que no se lastimen. Todo se mueve con una sencillez inefable; bien orquestado, frágil, a veces inverosímil, a veces incomprensible. El hombre que llora tiene a un tipo al lado que se da cuenta de que algo anda mal. Pero para los que ya estamos dentro de "Hable con Ella", la obra maestra de Almodóvar, supondremos en segundos, que ese tipo que se da cuenta de las lágrimas del otro, tendrá que callar muchas cosas en el transcurso de la película.

Cual cuchillo que corta un queso, la sencillez con la que "Hable con ella" se desarrolla, siempre me ha dejado frío. Aún cuando dudo del hecho de que "Todo sobre mi madre" me haya sacado más lágrimas y todavía aún después de tener por encima de muchas obras del cine español, a ese dramón negro que es "La Ley del Deseo". "Hable con Ella" parece ser arrancada de un instante que se pensó con mucha astucia. La idea de tener a un personaje femenino en coma que diga tanto y demasiado en una historia donde ni siquiera adquiere el protagónico, es un reto que se ve consumado sin ningún reproche. El romance que sucede a la ignorancia. La soledad, fruto de la incomunicación. Los motivos sentimentales que siempre son excusas para olvidar la errata, el tropiezo. Tapar el miedo con las manos y hacer de un día normal de enfermería, una odisea personal secreta.

Bajo esa circustancia, Benigno es quien más me gusta en la película. Logra ser el enfermero perfecto con muy pocas herramientas y con un sentido del humor amanerado fuera de lo común. Su grito a gran volúmen no es otro que vivir de cerca el amor que no debe ser imposible. Aunque para esto tenga que pagar trágicamente escarmentando una sóla vez en su vida. Pero Marcos, por el contrario, es el hombre de mundo que se quedó en el lugar equivocado cuando por error vio en la televisión algo que no debía. Su tragedia muta en cosas que no tienen que ver con las mujeres y sí más con sus propios fantasmas y su soledad. Cuando ambos tienen que arreglar las cosas para poder seguir, es claro que Benigno tiene el mapa más amplio para destrozar a su gusto. Y eso es precisamente lo que me encanta. El giro que da por encima de los personajes. El Azar.

Lydia es una torera y como tal se expone a lo peor dando el cuerpo en el ruedo; se aleja de sí misma por ese craso error en la voluntad (hincarse demasiado pronto o demasiado tarde, qué se yo) que la enfrenta contra la bestia, tendiendo desde ahora a ver las cosas desde otro ángulo; aunque su participación en el film, después de eso, se dibuje como un garabato mudo que tenía muchas cosas que contar "antes de". Alicia, sin embargo, está sobre otro juego súbito en donde no estaba arriesgando nada, dando absolutamente nada, ni atreviéndose a algo. Alicia era sólo una bailarina que se la jugó sin querer saliendo un día lluvioso a ninguna parte. Ambas, luego de verse cara a cara mientras toman el sol, me conmueven como no tienen una idea. Son dos mujeres que por situaciones increíblemente dispares, van a marcar de por vida a los otros ( o quizá nada más a uno), a los que tienen la oportunidad de "hablar" y encontrar la salida del laberinto.

Al final, cuando parece que todo está perdido y los placeres culpables llevan a una trágica caída, el mundo "deadeveras", ese mundillo abyecto en donde las cosas parecen más un traspatio de los sentimientos ocultos que valen la pena, el filme de Almodóvar es un banquete tan sórdido, maravilloso, y tan terriblemente desgastante, que si bien no pretende involucrar a 4 personajes para redescubrir las maravillas que logran la buena comunicación y el lenguaje entre los seres humanos, es por mucho una visión hermosa y mágica, de lo que "yo te quiero decir a tí pero no puedo", y lo que "nos tenemos que decir inmediatamente".
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