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88. Paper Moon (Peter Bogdanovich, 1973)

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Yo siempre ví Paper Moon pensando que se había hecho sola. La misma sensación que se tiene cuando se ve una serie vieja. No había color, nunca hubo, así que era creerla como una película arraigada a las costumbres norteamericanas. Una gran manufactura, un gran elenco, unas estupendas actuaciones. Algo clásico. Un interior de un auto, filmado a 60 u 80 kilómetros por hora, perfectamente bien iluminado y un vestuario que cambia conforme al carácter criminal de los personajes. Comedia de enredos, acción gangsteril, escenas sin un solo corte, larguísimas. Cosas de estilo que se dejan ver como una tapa de un envase bien cuidado. Esa es la primera impresión que se tiene de una película elemental en la cultura sureña que para mi sorpresa, fue hecha bajo la ruina personal de alguien que siempre creyó que el cine era una batalla consigo mismo.

El miedo de Bogdanovich con Paper Moon era fallarle a todos. Fallarle a su esposa, a sus amigos, a su equipo, y a todo lo que sentía que podía traicionar dándole un matiz de autor a algo que no estaba seguro de poder completar. Le aplicó un giro de road movie a una novela insulsa, y tuvo que cambiarle el nombre para dejar claro que las cosas las iba hacer desafiando viejas costumbres americanas a la hora de hacer cine. Pensó en una escena que ni siquiera era contada en las páginas, la estudio, le dio forma, tomó fotografías, se inventó una feria rural de mentiras y tomó la decisión. Sin pensarlo dos veces, consutó con Orson Welles -su mejor amigo en ese entonces- y le dijo que tenía en puerta un proyecto que sabía muy bien que no le cambiaría la vida, pero que sería recordado para siempre; que tenía el dinero y que tenía a toda la producción entambada en ello, pero que Addie's Pray era un nombre que no tenía fuerza, que él prefería Paper Moon y que iba con todo par convencer a los productores de ello. Y Welles, que siempre tenía un modo para decir las cosas de golpe, le dijo: "¿Paper Moon? ¡con ese nombre, aunque no la filmases, ya es todo un éxito! "

La historia es sencilla: Addie Loggins es una huérfana que tiene que viajar por toda norteamerica en línea recta al lado del que podría ser su padre, Moses Pray, en una carcacha de dos dólares, estafando a todo el que se ponga en su camino, tratando de llegar a casa de una tía; muchas cosas en el camino les tapan los ojos y les van metiendo en aprietos, hasta que de algún modo, luego de escalar un nivel muy alto en algo parecido a la delincuencia de cinco estrellas, tendrán que verse las caras con algo que no podrán entender nunca, y al final, como una droga que rebota sin el consentimiento de uno, la historia tiene que empezar de nuevo para poder sobrevivir en un sur que se traga todo a su alrededor.

Sin querer, luego de que las cosas fueron tan bién con la crítica y con la taquilla, Bogdanovich se convirtió en un autor respetado, y su fama era tan gorda que le transformó por default, en la persona más interesante del espectáculo. No hay intromisión de él que no sea exquisita. En cualquier parte. Y sin querer, Tatum O´Neal también se hizo famosa. Ganó un Oscar y puso en las nubes el apellido para que muchos años después, tuviera más problemas que Eminem por sus excesos variados. Para sorpresa de muchos ésto la convirtió -Anna Paquin casi la alcanza- en la actriz más pequeña que recibiera dicha presea. Pero su estancia en Hollywood fue breve, y la teoría de que viva en una isla perdida junto con Elvis -vaya, ella vive, pero qué diablos- sigue siendo para mí más válida que todos sus mitos.

Paper Moon tiene algo que todavía no puedo descifrar y que debía estar en este párrafo. Un bloqueo, un sentimiento muy fuerte, una identificación con uno de los personajes. Tenía que cerrar con algo pero siempre me queda una mancha negra cuando quiero hablar de ello. Paper Moon es perfecta quizá por toda esa madeja de situaciones que la hacen muy humana, y que ya puesta en escena, parece que sólo son figuras o muñecos enganchados en palos, dispuestos a contar una historia para hacer llorar. O reír, qué más da. Quizá sea que la relación entre padre e hija me deje tambaleando un poco. O que toda la tragedia sea una condición para esconder cosas que nunca se dicen en el film. Pero de lo que estoy seguro es de que, una narración tan violenta no puede ser menos bella que aquella que se cuenta bajo la frase inicial "erase una vez..."
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